Los primeros meses de guerra transcurrieron con relativa calma, en un momento en que se tuvo conocimiento de que dos camiones de milicianos se acercaban desde Peraleda para acabar con los presos, el alcalde y el comité los pusieron en libertad. Poco después, camino de Fuente Obejuna, fueron sorprendidos algunos de ellos con armas y documentación comprometedora, pero el vecindario se opuso a cualquier tipo de castigo. Tampoco sufrieron ningún tipo de castigo los guardias y sus familias, concentrados en Pueblonuevo.
Ocupada la zona por las tropas franquistas en los primeros días de noviembre, se puso en práctica una represión completamente arbitraria que, alentada por varios falangistas locales, dio como resultado el fusilamiento de 16 campesinos, que se encontraban en el campo dedicados a sus faenas de sementera. Se les fue llamando al cuartelillo de Falange para hacerles preguntas, y fueron fusilados en dos tandas de ocho, los días 12 y 15 de noviembre.
El 12 de noviembre fuerzas republicanas de Extremadura intentaron la recuperación de Los Blázquez, entonces defendido por el teniente Federico Gómez Hidalgo, comandante militar de la plaza; milicianos procedentes de Peraleda y Monterrubio atacaron con metralletas. A su encuentro salió una pequeña columna desde Peñarroya, al mando del comandante Azofra, rechazando a los republicanos causándoles, según fuentes franquistas, más de 30 muertos, entre ellos un oficial y un sargento. A su vez, los falangistas sufrieron varios heridos y cinco muertos. En abril de 1937 el pueblo de Los Blázquez sería recuperado por las tropas republicanas. El día 5 de abril fue jornada triunfal para los republicanos, los internacionales tomaron por la tarde Los Blázquez, el cual fue atacado por el batallón "Henri Vuillemin", fue un ataque por sorpresa, pues los nacionales habían colocado su dispositivo de defensa en el lado opuesto al que atacaron los republicanos. Fue el resultado de un favorable error: un mapa malo y unas indicaciones equivocadas de distancias. Al alba, los republicanos marcharon por un camino que los llevó, sin darse cuenta de ello a la retaguardia de los fascistas. Los republicanos aprovechando esta ventaja, hicieron varios prisioneros y se apoderaron del material de guerra, sin grandes dificultades.